EN EL OLVIDO, PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO DEL CINE MEXICANO


En el olvido, patrimonio arquitectónico del cine mexicano
por Gustavo Ambrosio
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Recientemente en la Meca del Cine, Hollywood, se han producido una serie de protestas para proteger el patrimonio histórico, como el gran letrero que anuncia la llegada a la tierra de las estrellas o cientos de locaciones y cines pertenecientes a figuras emblemáticas, entre ellas Mary Pickford.

A diferencia de Estados Unidos, en México, principalmente en el Distrito Federal, es común ver cómo edificios o lugares representativos de la gloria fílmica nacional han caído en el olvido y el desuso. 

Por ejemplo, de aquellas 500 inmensas salas de cine, con arquitectura siempre a la vanguardia del siglo XX, con sus innumerables butacas, adornos estilizados y fachadas suntuosas, hoy queda un recuerdo empañado por la suciedad, la destrucción y el abandono. En algunos casos dichos inmuebles fueron convertidos en centros comerciales. 

Quizá el ejemplo más claro de ello sea el Cine Teresa, cuyo recinto de 3 mil butacas, acabados de mármol, bronce, cristales y maderas preciosas, además la reproducción de la Venus de Casanova en el vestíbulo, han sido sustituidas por cientos de locales. 

Lo mismo pasó con el Cine Olimpia y el Cine Ciudadela, que en el afán por “modernizarlos”, se convirtieron en complejos llenos de sex shops o cines porno que diluyen el espíritu para el cual fueron creados originalmente.

También figuran otros de estilo Art Decó, como el Cine Cosmos, que ahora se convirtió en un refugio para indigentes; el Cine Insurgentes, escarparte de anunciantes y espectaculares cerca de la Glorieta del mismo nombre; y cómo olvidar el Cine Ópera, que a pesar de ser rescatado como sala de conciertos, cayó de nuevo en el olvido.

Actualmente el inmueble tiene un futuro incierto. Aunque el INBA trabaja en un proyecto de recuperación y limpieza del edificio, anunciado en agosto de 2011 para instalar una techumbre provisional y evitar que la lluvia pueda causar estragos a las instalaciones, hasta el momento no se ha hecho púbico el inicio de la remodelación.

Otro caso es el del Cine Latino, ubicado en Avenida Reforma, que tras el abandono fue adquirido por una empresa privada para construir un edificio que albergará departamentos de lujo, un hotel, oficinas y un centro comercial. 

Al igual que en la capital, otros inmuebles al interior del país, que en su momento se consideraron cines emblemáticos, atraviesan por la misma situación. 

Sin embargo, no sólo los antiguos complejos de proyección sufren de abandono, también locaciones de gran importancia, específicamente al interior de la república, se han visto mermadas por el clima de violencia.

Un ejemplo claro son los Estudios Fox, en Rosarito, Baja California Sur, que de acuerdo con varios reportes, se encuentran en desuso debido al clima de violencia por el que actualmente atraviesa el país, haciendo que producciones extranjeras no quieran filmar en ellos. 

Cabe destacar que el espacio fue construido originalmente para la película “Titanic” (1997), de James Cameron, y actualmente albergan los tanques para filmación más grandes del mundo, además de foros, oficinas, talleres de escenografías, cuartos de vestuario, guardarropas y otras áreas de producción. 

De hecho, cintas como “Pearl Harbor” (2001) de Michael Bay; y “Master and Commander” (2003), de Peter Weir, también se filmaron allí.

Otros estados que han padecido los embates de la violencia son San Luis Potosí y Durango, favoritos para producciones enfocadas en el género western.

Las autoridades no han mostrado preocupación por rescatar del olvido el patrimonio cinematográfico de México, y aunque en el caso de la capital, el Gobierno del DF se comprometió a recuperar los espacios arquitectónicos pertenecientes a la llamada Época Dorada del cine mexicano, hoy no se ve ningún resultado. Mientras tanto el reloj avanza y lo que se pierde es la historia del celuloide nacional.



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